Nota publicada en El País
En México hay una popular leyenda urbana que suele repetirse cerca de las elecciones. Se dice que los cajeros automáticos de los bancos se quedan secos en las ciudades pequeñas y medianas en las jornadas electorales. Los aparatos clientelares de los partidos políticos y sus candidatos utilizan en su despliegue tal cantidad de recursos para garantizar el triunfo electoral. Hoy existen datos que podrían dar veracidad al mito. El Banco de México muestra que los años con elecciones tienen un aumento inexplicable de dinero en efectivo. Por ejemplo, durante las presidenciales de 2012 y las intermedias de 2015 el flujo aumentó más de 37.000 millones de pesos (1.800 millones de dólares), un 5%, en los meses anteriores a los comicios. Esto sin que existiera un fenómeno estacional, de consumo o crecimiento que explique el repunte.
Las elecciones en México mueven a mucha gente y una monumental cantidad de dinero. El país encara el 1 de julio el proceso electoral más grande de su historia, con 629 cargos federales a elegir y otras 17.670 autoridades locales en liza. Los partidos y candidatos recibirán 11.800 millones de pesos (597 millones de dólares) para gastar. Sin embargo, la competitividad electoral ha generado a los partidos la necesidad de invertir más para triunfar. “Esta elección va a generar cuentas por pagar por varios años”, señaló Luis Carlos Ugalde, director de la consultora Integralia.
Ugalde ha elaborado junto a María Amparo Casar, de la asociación civil Mexicanos contra la corrupción y la impunidad el informe Dinero bajo la mesa: financiamiento y gasto ilegal de las campañas políticas en México. Los autores del texto se han propuesto dar dimensión a un problema que no conoce de colores u orientaciones ideológicas. “Es un problema sistémico que se está saliendo de control. Cualquier partido político tiende a utilizar las mismas prácticas”, consideró Ugalde, quien presidió el Instituto Federal Electoral entre 2003 y 2007.
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